Empezando el 6 de mayo y hasta el día 13, he
tenido 3 días de la madre. El 6, el Anyák
Napja, es decir el día la madre húngaro; el 10 de mayo, el día de la madre
mexicano (que lo supe no porque mi hermano viva en México sino porque ese día
era la reunión matutina mensual del grupo hispanohablante al que frecuento y en
el que lo que más hay son mexicanas –seguidas de peruanas-) y el 13 el día de
la madre peruano.
De todos estos, podríamos decir que no festejé
ninguno. La celebración húngara de plano me la olvidé. Ni me acordé que era el domingo 6. Había visto
en las tiendas los anuncios por el día de la madre pero la verdad nunca me
detuve a pensar (o recordar, porque ya el año pasado estábamos acá) cuándo era.
Creo que asumí que era igual que el peruano. El mexicano se podría decir que si
lo celebré pero en verdad no tanto. Como les dije, fui a la reunión del grupo hispanohablante,
se conmemoró el día y hasta nos dieron un clavel a todas las mujeres (a todas,
madres y no madres sin distinción) pero como todavía no había hecho público mi
embarazo como que no me sentí muy agasajada. Finalmente, en el día de la madre
peruano tampoco me sentí muy festejada que digamos. Para empezar, acá ya no era
el día de la madre, Alberto no estaba en Budapest (y en Italia no es que se
celebra con tanto entusiasmo –o por lo menos él y su familia no lo celebran con
tanto entusiasmo-) y yo, para colmo, no
tengo ni bebe ni panza que de fe de mi embarazo.
Pero más allá del hecho de haber hecho público
o no el embarazo, de que Alberto haya o no haya estado conmigo y aunque en Lima
mi familia me recordó y festejó como si estuviera ahí y mis amigos me mandaron muchísimos
saludos (porque además, fue el 13 de mayo el día que elegí para hacer
totalmente público, léase “facebook”, público mi dulce espera), la razón por la
que no me sentí celebrada o por la que no celebré el día con mis amigos acá
(aunque si me compré un auto regalo del día de la madre, ya saben, cualquier
pretexto es bueno) es porque todavía no me siento muy identificada con la fecha
y no me siento identificada con la fecha porque aún no asumo mi condición de madre.
Mi primera tarjeta del Día de la Madre
A pesar de ser 100% consciente de que cada
segundo que pasa y mientras escribo este post estoy creando una nueva vida y
que ya eso me hace madre (¡qué lindo suena!), la verdad es que todavía no me
siento muy madre que digamos. Y no me siento madre, entre otras cosas, porque
todavía no hay evidencia física de todo lo que está pasando en mi interior. Y
aún con evidencia física, es una fecha que nunca ha sido mía, siempre ha sido
para mi mamá y mis abuelas y seguro me va a costar sentirla como propia. Probablemente,
si tuviera más meses de embarazo, si ya tuviera panza (de embarazo no de la
otra) y estuviera vestida con cosas de maternidad, me hubiera sentido un poco
distinta…o tal vez no. Quizás estar en Lima con mi familia (bien entusiasta
ella con este tipo –y todo tipo- de celebraciones) hubiera ayudado pero creo que
aún estando ahí me hubiera sentido medio desubicada en el agasajo. Y lo creo
porque se de amigas mías embarazadas que estando en Lima con sus familias se
sintieron muy raras y un poco ajenas a tanto brindis en su nombre. Y es que
como me decía una amiga, una está acostumbrada a tener cumpleaños y nada más,
nunca hemos tenido otra celebración (dejando de lado el típico saludo por el
día del abogado o el día del maestro, pero esos no cuentan)… y como a todo, hay
que acostumbrarse.
Lo que si, espero con ansias el próximo día de
la madre. Y si estoy en Budapest lo celebraré los tres días y si estoy en Lima lo
festejaré sólo en el día peruano pero estando con toda mi familia, la
celebración valdrá por tres.
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