He esperado unos días antes de escribir nuevamente para darme un poco de tiempo a mi misma para procesar la noticia y todo lo que implica (y también porque, para ser sincera, no he tenido mucho tiempo).
Hace dos
días, es decir al día siguiente de habernos enterado del embarazo a través del
test de orina, fui tempranito a confirmar la buena nueva con el examen de sangre. Cinco horas después, ¡todo
estaba confirmado! Me habían dicho que los resultados estarían a las 4pm pero
que si estaba muy apurada podía llamar a las 3pm. Obviamente llamé a las 3:01pm
y ¡los resultados ya estaban! Acto seguido, me preparé para llamar a mis papás
(mientras Alberto, por su lado llamaba a su mamá). Me daba vueltas el estómago
de los nervios…no estoy segura por qué, pero se sentían las típicas mariposas en
la panza.
Llamé a mi
casa, les dije que se conectaran a skype (mi mejor amigo desde la primera vez
que viví en el extranjero) y que prendieran la cámara web. Acto seguido les
dije que los llamaba para felicitarlos porque iban a ser abuelos. Mi mamá ya
sabía la noticia que le iba a dar desde antes que terminara de dársela e
inmediatamente abrió la boca, se la tapó y empezó a llorar (¡parece que es la
reacción familiar!). Creo que nunca la había visto tan emocionada. Mi papá, por
su lado, estaba inmóvil. Quiero creer que de alegría pero pienso que fue más de
shock. No se movió (literalmente) por varios minutos y luego sólo atinó a preguntar
“¿para cuándo es?” y otra vez se quedó mudo e inmóvil. Creo que un papá nunca
está preparado para que su hija sea mamá (así como tampoco lo está para que su
hija se case –al menos el mío no estaba) pero habría que preguntarle a él el
por qué de la inmovilidad.
Luego era el turno de mi hermano, a él lo
agarré medio dormido pero su alegría fue aumentando conforme empezaba a
despertarse. Sé que si se lo hubiera dicho cuando estaba 100% despierto,
hubiera dado de saltos por su cuarto (y no estoy exagerando, así hubiera sido).
Las siguientes fueron mis abuelas y mis tíos y finalmente a mi mejor amiga
(quien también lloraba y saltaba en su casa). Era tan bonito ver como todos se
emocionan tanto por ti, como se alegran de corazón mientras uno sigue medio en shock.
De mis
amigas locales, ya le he dicho a una pero como dije que lo haría, es decir, en
persona. Necesitaba poder contarle a alguien que, además de decirme lo feliz
que estaba por mi o que además de llorar de alegría, me diera un abrazo. Y mi
amiga Iris hizo todo eso y más. Me dio seguridad cuando le dije que estaba
asustada diciéndome que de sus amigas yo era la que más preparada estaba para
ser mamá. Ahora sólo me falta creérmelo a mí.
No me
malinterpreten, estoy feliz…pero no sólo estoy feliz, también estoy asustada,
nerviosa, preocupada y si, aún en shock
(aunque hoy un poco menos que ayer y antes de ayer, así que la tendencia es
positiva). La primera noche luego de saber del embarazo no dormí sino hasta las
2:30am y me levanté como siempre a las 7am, eran puros nervios y estrés. Me la pasé pensando en la logística y en la
parte administrativa de todo esto (que si nos tenemos que mudar de
departamento, que cómo irá a ser dar a luz en un hospital húngaro, que si
Alberto se pondrá más nervioso con el tema del trabajo ahora que seremos tres, que
cómo cambiará mi relación con Alberto no sólo con el nacimiento sino durante el
proceso, y así).
Por otro
lado, resultó ser que soy menos optimista de los que pensé, me la pasé también
pensando en todo lo que podía salir mal y empecé a cuestionarme si debí haber dado
la noticia así de pronto (de hecho, no le he dado aún la noticia a muchas
amigas a las que en teoría ya se las “debería” haber dado y creo que lo iré
haciendo poco a poco, conforme los nervios se vayan calmando y conforme me vaya
saliendo espontáneamente). Medio que tiré a la basura mi teoría de toda la vida
(ver post anterior)…poco a poco la estoy suscribiendo nuevamente.
Y es que la
verdad es que yo pensé que con todo lo que hemos querido y esperado este
embarazo, lo único que se podía sentir es alegría (¡qué equivocada estaba!). Creía
que se sentiría diferente, que yo me sentiría distinta, no estaba siendo lo que
me había imaginado… La realidad fue que me sentía muy rara y se me salían las
lágrimas por nada, mejor dicho, se me salían porque me sentía rara y porque no
era lo que esperaba. Y eso me daba aún más pánico porque no quiero convertirme
en una embarazada hormonal que llora por todo, ¡yo que soy normalmente tan
racional! ¡Yo no soy esa persona que piensa en todo lo malo que puede pasar y
que llora por nada!
Como me
decía una prima cuando le comenté cómo me sentía (¡gracias Deb!), al parecer
las mujeres tenemos una idea muy romántica de esto del embarazo y de lo que se
siente al momento de enterarse de la notica (todo por culpa de las películas). Teóricamente
una (y quizás también los futuros padres) debería alegrarse hasta las lágrimas
y ser SÓLO y exclusivamente inmensamente feliz. Pues no es así (lamento
reventarle el globo a los que están leyendo y todavía no son padres) o, por lo
menos, no fue así para mi (si, para mí, la optimista del grupo, la “pink” como me llama mi amiga Denise, la
que venía queriendo un embarazo desde hace 2 años). Y si lo piensan bien, es
bastante lógico asustarse, ponerse nerviosa y hasta tener pánico. El día que te
enteras de tu embarazo, sabes, a ciencia cierta y sin lugar a duda alguna, que
tu vida cambió para siempre y que, como me dijo un ex jefe hace unos años,
NUNCA más en tu vida dejarás de preocuparte por algo (¡a ver díganme si no es
para asustarse!). La verdad es que para la vida y para la muerte uno no está preparado
nunca.
Con el paso
de estos dos días ya las cosas están mejorando, ya el pánico y el shock están
cediendo paso a la emoción y a la ilusión. Me sigo sintiendo un poco rara, pero
ahora más “rara bonito”, ahora me siento especial, me siento especial porque sé
que, aunque no lo siento (porque además físicamente sigo sin sentir NADA, cosa que
agradezco por cierto), tengo a mi futuro hijit@ en la panza…que dentro de mi está
creciendo una personita nueva y si eso no hace sentir especial a alguien, no sé
qué puede hacerlo.
Aunque no se bien todo lo que está pasando por
la cabeza de Alberto en estos momentos, creo que a él le ha pasado algo más o
menos parecido, él también se ha asustado un poco (cosa que tampoco ayudó mucho
con mi propio susto porque yo, ilusamente, pretendía verlo sólo y exclusivamente
feliz, saltado en un pie y no pensé que para él también todo era un poco un shock), él también está procesando y él
también tiene que, a su forma, encontrar la tranquilidad y empezar a creerse
que todo saldrá bien y que será un papá excelente (cosa de la cual yo estoy
100% convencida y no he dudado nunca ni por un minuto).
Moci, creo que tienes mucha razón en lo que dices. Los padres nunca están preparados para ver a sus hijas casarse y tener un hijo... es realmente fuerte para ellos. Pero es cuestión de procesarlo, todos a su modo. Tú, Alberto, tu papi, todos. De hecho, vendrán cambios y preocupaciones por siempre, pero también la felicidad más grande que puedes tener. Te sigo leyendo. Besos. Pao
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