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viernes, 6 de abril de 2012

Compartiendo la noticia…

He esperado unos días antes de escribir nuevamente para darme un poco de tiempo a mi misma para procesar la noticia y todo lo que implica (y también porque, para ser sincera, no he tenido mucho tiempo).

Hace dos días, es decir al día siguiente de habernos enterado del embarazo a través del test de orina, fui tempranito a confirmar la buena nueva  con el examen de sangre. Cinco horas después, ¡todo estaba confirmado! Me habían dicho que los resultados estarían a las 4pm pero que si estaba muy apurada podía llamar a las 3pm. Obviamente llamé a las 3:01pm y ¡los resultados ya estaban! Acto seguido, me preparé para llamar a mis papás (mientras Alberto, por su lado llamaba a su mamá). Me daba vueltas el estómago de los nervios…no estoy segura por qué, pero se sentían las típicas mariposas en la panza.

Llamé a mi casa, les dije que se conectaran a skype (mi mejor amigo desde la primera vez que viví en el extranjero) y que prendieran la cámara web. Acto seguido les dije que los llamaba para felicitarlos porque iban a ser abuelos. Mi mamá ya sabía la noticia que le iba a dar desde antes que terminara de dársela e inmediatamente abrió la boca, se la tapó y empezó a llorar (¡parece que es la reacción familiar!). Creo que nunca la había visto tan emocionada. Mi papá, por su lado, estaba inmóvil. Quiero creer que de alegría pero pienso que fue más de shock. No se movió (literalmente) por varios minutos y luego sólo atinó a preguntar “¿para cuándo es?” y otra vez se quedó mudo e inmóvil. Creo que un papá nunca está preparado para que su hija sea mamá (así como tampoco lo está para que su hija se case –al menos el mío no estaba) pero habría que preguntarle a él el por qué de la inmovilidad.

Luego era el turno de mi hermano, a él lo agarré medio dormido pero su alegría fue aumentando conforme empezaba a despertarse. Sé que si se lo hubiera dicho cuando estaba 100% despierto, hubiera dado de saltos por su cuarto (y no estoy exagerando, así hubiera sido). Las siguientes fueron mis abuelas y mis tíos y finalmente a mi mejor amiga (quien también lloraba y saltaba en su casa). Era tan bonito ver como todos se emocionan tanto por ti, como se alegran de corazón mientras uno sigue medio en shock.

De mis amigas locales, ya le he dicho a una pero como dije que lo haría, es decir, en persona. Necesitaba poder contarle a alguien que, además de decirme lo feliz que estaba por mi o que además de llorar de alegría, me diera un abrazo. Y mi amiga Iris hizo todo eso y más. Me dio seguridad cuando le dije que estaba asustada diciéndome que de sus amigas yo era la que más preparada estaba para ser mamá. Ahora sólo me falta creérmelo a mí.

No me malinterpreten, estoy feliz…pero no sólo estoy feliz, también estoy asustada, nerviosa, preocupada y si, aún en shock (aunque hoy un poco menos que ayer y antes de ayer, así que la tendencia es positiva). La primera noche luego de saber del embarazo no dormí sino hasta las 2:30am y me levanté como siempre a las 7am, eran puros nervios y estrés.  Me la pasé pensando en la logística y en la parte administrativa de todo esto (que si nos tenemos que mudar de departamento, que cómo irá a ser dar a luz en un hospital húngaro, que si Alberto se pondrá más nervioso con el tema del trabajo ahora que seremos tres, que cómo cambiará mi relación con Alberto no sólo con el nacimiento sino durante el proceso, y así).

Por otro lado, resultó ser que soy menos optimista de los que pensé, me la pasé también pensando en todo lo que podía salir mal y empecé a cuestionarme si debí haber dado la noticia así de pronto (de hecho, no le he dado aún la noticia a muchas amigas a las que en teoría ya se las “debería” haber dado y creo que lo iré haciendo poco a poco, conforme los nervios se vayan calmando y conforme me vaya saliendo espontáneamente). Medio que tiré a la basura mi teoría de toda la vida (ver post anterior)…poco a poco  la estoy suscribiendo nuevamente.

Y es que la verdad es que yo pensé que con todo lo que hemos querido y esperado este embarazo, lo único que se podía sentir es alegría (¡qué equivocada estaba!). Creía que se sentiría diferente, que yo me sentiría distinta, no estaba siendo lo que me había imaginado… La realidad fue que me sentía muy rara y se me salían las lágrimas por nada, mejor dicho, se me salían porque me sentía rara y porque no era lo que esperaba. Y eso me daba aún más pánico porque no quiero convertirme en una embarazada hormonal que llora por todo, ¡yo que soy normalmente tan racional! ¡Yo no soy esa persona que piensa en todo lo malo que puede pasar y que llora por nada!

Como me decía una prima cuando le comenté cómo me sentía (¡gracias Deb!), al parecer las mujeres tenemos una idea muy romántica de esto del embarazo y de lo que se siente al momento de enterarse de la notica (todo por culpa de las películas). Teóricamente una (y quizás también los futuros padres) debería alegrarse hasta las lágrimas y ser SÓLO y exclusivamente inmensamente feliz. Pues no es así (lamento reventarle el globo a los que están leyendo y todavía no son padres) o, por lo menos, no fue así para mi (si, para mí, la optimista del grupo, la “pink” como me llama mi amiga Denise, la que venía queriendo un embarazo desde hace 2 años). Y si lo piensan bien, es bastante lógico asustarse, ponerse nerviosa y hasta tener pánico. El día que te enteras de tu embarazo, sabes, a ciencia cierta y sin lugar a duda alguna, que tu vida cambió para siempre y que, como me dijo un ex jefe hace unos años, NUNCA más en tu vida dejarás de preocuparte por algo (¡a ver díganme si no es para asustarse!). La verdad es que para la vida y para la muerte uno no está preparado nunca.

Con el paso de estos dos días ya las cosas están mejorando, ya el pánico y el shock están cediendo paso a la emoción y a la ilusión. Me sigo sintiendo un poco rara, pero ahora más “rara bonito”, ahora me siento especial, me siento especial porque sé que, aunque no lo siento (porque además físicamente sigo sin sentir NADA, cosa que agradezco por cierto), tengo a mi futuro hijit@ en la panza…que dentro de mi está creciendo una personita nueva y si eso no hace sentir especial a alguien, no sé qué puede hacerlo.

Aunque no se bien todo lo que está pasando por la cabeza de Alberto en estos momentos, creo que a él le ha pasado algo más o menos parecido, él también se ha asustado un poco (cosa que tampoco ayudó mucho con mi propio susto porque yo, ilusamente, pretendía verlo sólo y exclusivamente feliz, saltado en un pie y no pensé que para él también todo era un poco un shock), él también está procesando y él también tiene que, a su forma, encontrar la tranquilidad y empezar a creerse que todo saldrá bien y que será un papá excelente (cosa de la cual yo estoy 100% convencida y no he dudado nunca ni por un minuto).

1 comentario:

  1. Moci, creo que tienes mucha razón en lo que dices. Los padres nunca están preparados para ver a sus hijas casarse y tener un hijo... es realmente fuerte para ellos. Pero es cuestión de procesarlo, todos a su modo. Tú, Alberto, tu papi, todos. De hecho, vendrán cambios y preocupaciones por siempre, pero también la felicidad más grande que puedes tener. Te sigo leyendo. Besos. Pao

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