Hace una semana más o menos, mientras estaba
echada leyendo con Alberto a mi lado, tuve un chispazo de lucidez, una
realización, caí en cuenta, por primera
vez, que desde el momento en que Giulia llegue a nuestras vidas, no estaré
nunca más (o muy pocas veces) sola. Y debo decir que no me hizo mucha gracia la
idea.
Como ya había comentado en uno de los primeros
post, una de las razones por las que creo estuve un poco en shock durante la
primera semana de mi embarazo (o, mejor dicho, la primera semana que supe de mi
embarazo) es porque estaba asimilando la idea de que desde aquel momento en
adelante, por el resto de mi vida, tendría siempre una razón para preocuparme.
Lo que no había pensando todavía (tontamente en realidad, porque es una
consecuencia bastante obvia) es que no sólo tendría siempre un motivo de
preocupación (el mejor de los motivos que una persona puede tener, eso no lo
pongo en duda) sino que además, tendría siempre compañía física.
Como saben (y si no saben porque no me conocen,
se los cuento), soy una persona bastante sociable. Si bien los grupos grandes me cortan, en
general soy de las que pueden hablar con cualquiera, que se busca, hace y
mantiene amistades fuertes con bastante facilidad, que se adapta a todo (o por
lo menos me he adaptado a todo lo que me ha tocado hasta el momento) y que no
se hace muchos problemas por nada. Siempre he sido más o menos así y los
últimos años –por el tipo de vida que elegí de andar de trotamundos- me han obligado a serlo aún más.
Pero junto con esta parte sociable existe otra
parte de mí que disfruta mucho el estar sola. De hecho, por el trabajo de
Alberto, paso buena parte de mi vida sola –yo diría que un 30%- y aunque a
muchos esto les parezca motivo de tristeza (más de una vez me han dicho –o sé
que han dicho refiriéndose a mi- “¡ay! ¡Pobre! ¡Qué pena que ande tan sola!” o “¡qué
pena que el marido viaje tanto!”), la verdad es que a mí no me da ninguna pena,
de hecho me gusta. Es más, cuando por alguna razón Alberto no viaja en mucho
tiempo, hasta puedo llegar a extrañar estar sola (y él no se ofende por leer
esto, lo sabe, es más, creo que los dos sentimos lo mismo, estamos
acostumbrados así). Esa es y ha sido siempre nuestra mecánica. Desde novios
pasamos buena parte separados y su tipo de trabajo ha hecho que sea así también
nuestra vida de casados. ¡Y nos gusta! Así es como funcionamos y es así como
creo nos hemos convertido en una pareja sólida, cada uno con su espacio, cada
uno creciendo al lado del otro y, muy importante, siempre extrañándonos y
recordando qué diferente es la vida cuando no está el otro (por lo que
apreciamos más los momentos en los que si estamos juntos).
Dicho esto, cuando me di cuenta de que no
estaré más sola como que se me desencajó un poco el panorama. Alberto se irá de
viaje y seguirá con su rutina de tener sus días para él (¡aunque sean de
trabajo, igual tiene una cama para él solo!) y yo me quedaré en la casa, solo
que ahora acompañada… SIEMPRE. Alberto
muy considerado me dijo que no me preocupara, que él se quedaría con Giulia o se
la llevaría a pasear para que yo haga cosas con mis amigas o me quede en la
casa sola. Y si, seguro será así pero ya no será lo mismo. Nunca más. Porque
aunque me quede o haga cosas sola, mi mente siempre estará pensando en Giulia y
será como si estuviera ahí, físicamente conmigo.
Con el pasar de los días me he estado haciendo
más a la idea y supongo que cuando tenga a Giulia conmigo no le dedicaré un
segundo más de mi tiempo a esta “preocupación” sobre mi soledad. Quién sabe,
quizás hasta ya no quiera estar sola (lo dudo pero quién sabe). De hecho, debo admitir que si bien aun no quiero
dar a luz, cada vez con más frecuencia tengo pequeños momentos (aún muy breves)
en los que si me gustaría tener a mi hija conmigo. Y la verdad, aunque estoy
cien por ciento convencida que el momento en que conozca a Giulia será el más
feliz de mi vida (lo tengo en la mente, me lo he imaginado mil veces y me
emociono hasta el punto de casi llorar cada vez que lo hago), no quiero que
llegue aún porque sé que inevitablemente llegará y prefiero gozar también cada
instante, cada segundo, antes de ese momento que cambiará nuestras vidas ahora
si por completo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario